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             MATAR NUNCA SERÁ HUMANITARIO!! . 





El veganismo es la cuestión más simple e importante del movimiento por los derechos animales. Es el principio abolicionista implantado en la propia vida de cada uno. Cualquiera que mantenga que es un defensor de los “derechos animales”, pero no sea vegano es como para no tomarle en serio.

Cualquiera que haya hervido a una langosta puede atestiguar que cuando es arrojada al agua hirviendo, ésta se sacude violentamente y trata de escalar las paredes de la olla en un intento desesperado por escapar. Muchas veces las langostas tardan hasta tres largos minutos en morir.

Muchas personas creen que al colocar a las langostas en agua frí­a y calentarla lentamente, los animales pierden la consciencia antes de que el agua comience a hervir. Sin embargo, se ha documentado que las langostas que son matadas por este método luchan por escapar cuando el agua comienza a calentarse - de cinco a siete minutos.

A pesar de que la industria de la langosta afirma que sumergir langostas en una solución concentrada de agua salada (una parte de sal por tres partes de agua) hace que pierdan la consciencia, no hay pruebas fehacientes que indiquen cómo reaccionan ante este método (es muy probable que sea una práctica en extremo dolorosa). Sumado a esta falta de pruebas, se ha comprobado que las langostas recuperan la consciencia 30 segundos después de haber sido retiradas de la solución salina. Como se necesitan tres minutos para que la langosta muera en agua hirviendo, la langosta sufre cada segundo que está en el agua, y trata desesperadamente de escapar.

Tal vez éste sea el método más cruel de todos. Las langostas que son cambiadas de agua salada a agua dulce vomitan, se contorsionan, tiemblan violentamente y sufren de una hinchazón muy dolorosa en todas sus coyunturas. El Dr. J.R. Baker afirma que las langostas carecen de defensa alguna para evitar que el agua dulce entre por sus branquias, lo que hace que el tejido blando de las coyunturas comience a hincharse y a presionar contra el caparazón, algo realmente doloroso para estos animales, equivalente a lo que sentirí­a un humano que estuviera usando una armadura muy ajustada, y a quien se le inyectara agua dulce por las venas hasta que todo su cuerpo estuviera hinchado y continuara hinchándose hasta chocar contra la armadura.

Julia Child, una cocinera muy popular en EE.UU quien, al parecer, nunca ha conocido a un animal que no quiera tener en su estómago, dijo que una langosta puede ser matada instantáneamente antes de ser cocinada si se le clava un cuchillo entre los ojos o si se le lastima la espina dorsal. A pesar de exista quien afirme semejante tonterí­a, los conocimientos cientí­ficos de los que disponemos hoy en dí­a nos permiten certificar que, como otros muchos animales, las langostas continúan sintiendo dolor después de haber sido cortadas por la mitad (exactamente como lo sentirí­a usted después de que alguien le haya cortado las dos piernas).