Las congestiones cerebrales son frecuentes en el hombre que come carne, la cual dura largas horas para ser asimilada, dejando una pesadez que origina reacciones violentas, debido a la infinidad de efectos tóxicos, provenientes de la putrefacción de cadáveres en el interior de su organismo. Con el consumo de carne se excita nuestra sensibilidad y es por ello que se desatan las pasiones y se causa una separación entre los sentimientos y la conciencia.
El consumo de carne embota los sentidos. Los rostros de las personas alimentadas con carne son rubicundos, de fácil enrojecimiento por la mala circulación. Las bacterias de putrefacción colonizan el intestino grueso, proliferan ahí, modifican la flora intestinal, y las toxinas envenenan lentamente todo el organismo, haciendo que de los que consumen carne se desprenda un aliento y una fetidéz insoportable en sus gases, SUDORES y excrementos.
Siempre será señal de un estado de conciencia bajo, hacer de la alimentación diaria un crímen cruel y sangriento.