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LA RAZÓN DE TU EXISTENCIA...



 Un gran poder conlleva siempre una gran responsabilidad. El hombre era la única especie a quien se le había asignado cuidar el bienestar de todos sus hermanos menores. Se le había otorgado el poder de crear con amor y sabiduría, pero solo empleó su herramienta intelectual para generar terror destrucción y muerte a donde quiera que dirigió sus pasos.
En ese disfraz de apariencia benevolente, se alojó el ente más descarriado que ha dado a luz la naturaleza porque demostró que cuando su corazón fallaba expulsaba su más pútrida locura sobre la Madre Tierra, envenenándola, y aterrorizando de éste modo a los seres inocentes, para robarles su esencia y destruir sus vidas como siempre lo había hecho durante miles de años, de forma gradualmente continúa, sin preocupaciones, porque tenía la certeza de que nadie se atrevería a delatarlo ni mucho menos estropear los escalofriantes e inimaginables planes que seguía maquinando para los habitantes más desprotegidos e indefensos de este plano. 

La única misión de la humanidad era servir a la creación para asegurar su conservación. El hombre debía ayudar a evolucionar a sus hermanos menores de otras especies domesticándolos pero no para su propio provecho sino para mejorar su comportamiento salvaje e impedir que las sangres sucediesen a las sangres.

En lugar de eso el “hombre” empleó la herramienta de su mente para convertirse en un asesino desnaturalizado que era cien veces más salvaje que las fieras al derramar sangre de inocentes animales por placer. Y llegar a la abominación de cultivarlos con la única intención de ¡devorarlos! bestializándose al ejercer el oficio de matarifes, cocineros de cadáveres y asquerosos carroñeros, saturando el medio ambiente con un maligno y nefasto magnetismo que impregnaba la atmósfera de vibraciones contrarias a su evolución personal demorando así la evolución espiritual del planeta.

La alimentación carnívora le había expuesto a peligros insospechados. La carne de sus hermanos asesinados había convertido en cementerio ambulante a quien la consumía. Los hombres habían hecho de sus cuerpos la tumba de sus propias almas. Porque aquél que mataba se mataba a sí mismo y quien comía la carne de sus hermanos asesinados comía el cuerpo de la muerte. 

Todos los seres experimentaban miedo y dolor al igual que el ser "humano". También temían la muerte igual que el hombre. Todas las criaturas, pájaros, perros, gatos, caballos, vacas, sentían intuitivamente el peligro inminente de un desastre natural. Del mismo modo anticipaban instintivamente su propia muerte. Unos días antes de llevar al ganado al matadero, los animales estaban asustados e inquietos. El miedo al dolor y a la muerte invadía todo el cuerpo de éstos seres y sus glándulas endocrinas segregaban grandes cantidades de hormonas que se depositaban en sus tejidos. 

Cuando el hombre ingería sus carnes, también ingería el miedo a la muerte que sentía el animal. Ingería sus cualidades y la naturaleza de su conciencia. La agresión y el miedo en la conciencia de estas criaturas, penetraba profundamente en la mente subconsciente del hombre y aparecía de nuevo en su conciencia en el momento de su propia muerte. Es por ello que no era sino hasta el día de el fallecimiento de ese hombre cuando en realidad pagaba con el dolor, el terror y el miedo a su propia muerte, todo el miedo, y el dolor que causaba a sus demás hermanos por simple placer.
Desde que surgió la vida sobre este planeta ¡ Cuánta tragedia! ¡Cuánto sufrimiento! ¡ Cuánto dolor! Luego apareciste tú, ser "humano", con la posibilidad de dar solución y aliviar el sufrimiento. Destinado a convertirte en un Dios de amor a quien todas las criaturas debían alzar la vista en sus necesidades. En lugar de eso los esclavizaste, sometiéndolos a un sufrimiento terrible sin conmoverte del dolor que les causabas. Pisoteando el precepto del Amor Universal y teniendo aún la osadía de orar con las vísceras repletas de la sangre de tus hermanos: 

"... ¡ Dios mío, ten piedad de mí y de mis hijos!..." ,"....¡ Socórrenos en el día de nuestra muerte!..." ....

¡Como te atrevías a implorar misericordia si tu no la habías tenido con aquellos que sufrían por tu culpa!!! ...???

Tus hermanos menores te temían y NOSOTROS NOS AVERGONZAMOS HOY!! de ser los tuyos.
Cuando alzabas tus manos a Dios en tus ruegos, él apartaba sus ojos de ti; Cuando hacías plegarias para alcanzar sus bendiciones el no te escuchaba porque tus manos estaban llenas de sangre. De la sangre fresca de tus hermanos....Mírate ahora...no eres nadie...no eres NADA... La destrucción intencional y sistemática de las vidas de tus hermanos fue algo detestable, aborrecible e imperdonable. Fue un acto de violencia en un mundo en el que debía regir la razón. Es por eso que tu raza fue destruida... con la misma porción de piedad que alguna vez sentiste cuando aniquilaste a tus hermanos menores y a la madre que te parió.......( La madre naturaleza)